La eliminación de Rafael Nadal frente al jugador número 100 del ránking, el checo Lukas Rosol, el jueves en la segunda ronda de Wimbledon, puede tener múltiples consecuencias para la clasificación mundial, los Juegos Olímpicos y para el final del torneo londinense.
El pasado 11 de junio, el N.2 mundial era elogiado por el planeta entero tras su séptimo título en Roland Garros. Acababa de superar el récord del legendario sueco Björn Borg e impedía a Novak Djokovic lograr el Grand Slam.
Pero menos de veinte días después, la caída ha sido brutal. Una cruel desilusión que se produce después de una gran alegría, una ley habitual en el deporte. Pero Rafael Nadal, con 11 títulos de Grand Slam en su palmarés, no es un deportista ordinario.
Su derrota ha tenido consecuencias sísmicas en Wimbledon. Los más veteranos periodistas
han rebuscado en el fondo de sus memorias para tratar de recordar una sorpresa semejante en el pasado. Y no han llegado a ninguna conclusión reveladora.
El mallorquín no caía tan pronto en un torneo del Grand Slam desde 2005, también en Wimbledon, con 19 años recién cumplidos y que hacía su segunda aparición en Londres, sin haberse habituado aún a la hierba.
Desde entonces, Nadal conquistó dos veces el título en el All England Club: en 2008, frente al maestro Roger Federer, y en 2010, y jugó la final en cinco de las seis últimas ediciones del torneo londinense.
Un éxito este año le hubiese permitido a Nadal convertirse en el único jugador de la era Open (desde 1968), junto a Borg, en haber realizado tres veces el doblete Roland Garros-Wimbledon.
Nadal nunca había sido batido en un torneo del Grand Slam por un jugador clasificado más allá del puesto 70 del ránking mundial. Verle perder contra un jugador, de 26 años como él, que hasta ahora sólo había ganado cuatro partidos de Gran Slam es un choque absoluto.
Pese a que la hierba es más susceptible que otras superficies para crear este tipo de sorpresas, la derrota le llega en un mal momento a Nadal, quien después de su triunfo en Roland Garros había dado la vuelta a la dinámica en su duelo particular contra Djokovic.
Antes de París, el serbio le había vencido en las tres últimas finales de torneos del Grand Slam en las que se habían enfrentado y parecía haber cogido el ascendente psicológico sobre Nadal.
El fracaso londinense en por tanto un frenazo a las ambiciones de Nadal, que perderá 1.165 puntos en la clasificación ATP, con lo que muy probablemente Federer le cogerá la segunda plaza mundial.
Por lo que respecta a recuperar el número 1, Nadal lo tiene prácticamente imposible esta temporada. Sólo lo podría hacer el suizo, a condición de ganar su séptimo título en Wimbledon.
Nadal, que pareció tener problemas físicos, va a tomar unos días de reposo antes de iniciar, también sobre la hierba de Wimbledon pero dentro de un mes, su defensa del título olímpico logrado en Pekín en 2008.
Vistas las circunstancias, no parece que Nadal sea el máximo favorito para el torneo olímpico, que además se disputará a tres sets (salvo la final a cinco), un formato que favorece aún más las sorpresas.
La eliminación de Nadal también tendrá consecuencias evidentes para la continuación de Wimbledon. Por primera vez desde Roland Garros 2011 (contra Federer), la final de un torneo del Grand Slam no será un duelo entre Nadal y Djokovic.
Sin el español, todo es posible en esa parte del cuadro. El principal beneficiado será el francés Jo-Wilfried Tsonga (N.5), semifinalista el pasado año, tras derrotar a Federer en cuartos, y que podría plantarse en semifinales sin aparentes dificultades.
Otro gran beneficiado será el británico Andy Murray (N.4), a quien Nadal derrotó en semifinales en las dos últimas ediciones de Wimbledon, un torneo que no gana un británico desde hace 76 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario